19 de noviembre de 2010

Vicios confesables

Hoy es uno de esos días en los que lo único que te apetece es quedarte en casa, bajo una mantita suave viendo la tele u ojeando revistas. En mi caso, me decanto por la segunda opción.

Si me pongo a pensar de qué manera la moda llegó a mi vida, podría decir que llegó por herencia. Parece mentira pero así es. Todo el mundo habla maravillas de una persona a la que nunca pude conocer, por circunstancias de la vida. Mi abuela, Pilarita. Según me cuentan los que la conocieron, era una mujer que jamás dejaba de sonreir, coqueta hasta decir basta. Que no se bajaba de sus tacones ni para andar por casa y que todas las semanas iba a la tienda Barros de la Calle Torreiro, donde está ahora Bershka, para comprarse algún retal y poder transformarlo en una blusita o vestido. Era maníatica, en el buen sentido, con su aspecto. A igual que su visita a Barros, también acudía semanalmente a la peluquería para que mimarse su melena platino, como sus uñas que las llevaba siempre como una "señorita bien", a pesar de ser una ama de casa a la que no se le caían los anillos por tener que fregar. Su profesión era la de modista, y mejor percha que ella para lucir sus creaciones no podía haber. A día de hoy guardo con mucho cariño fotos de bodas y fiestas a las que acudía del brazo de mi abuelo, un dandy de la época.  Y os puedo decir que llevaba un estilismos que ni Grace Kelly como reina de Mónaco. 

Parece mentira lo sabia que puede llegar a ser la genética, puesto que sin haberla conocido, muchos me comparan a ella por sus gustos en cuando a moda se refiere. Y qué decir tiene de la costumbre de que cualquier revista que pasa por mis manos acaba, literalmente, corroida, y hecha añicos. Y no es porque me entren paraoias o ataques epilépticos mientras sujeto las hojas. Pero simplemente me encanta recortar las cosas que me gustan para guardarlas en cuadernos que hoy en día ocupan una estantería entera en el salón de casa. "Sí, mamá , les buscaré otro sitio". Esto me sucede con todas las revistas excepto con una, que guardo intacta desde la primera que me compré. La revista Elle. Un pequeño archivo que he creado y que cuenta con unos 50 ejemplares, curiosamente colocadas encima de mi armario. Espero que resista el peso...




Jamás olvidaré la impresión que me llevé visitando la casa de los abuelos de mi amiga Roma. Una casa que, he de decir, de las más espectaculares que he pisado. Pero mi sorpresa no la protagonizó la escalera de mármol que encuentras nada más entrar por la puerta, sino una guardilla, a la que tienes que entrar agachada, donde su abuela guardaba revistas de moda de hacía años, pero muchos años. Qué gran colección puede guardar ahí Fina!!!Podías ver la gran evolución que han llevado todo tipo de revistas en su portada. Desde el Hola con Lady Di, hasta el Vogue, hoy en día piezas de coleccionista.

Y todo ello me hace recordar las "broncas" que me habré llevado por el lado paterno.. cuando llegaba final de mes y me había gastado 20€ únicamente en mi único vicio confesable.  A día de hoy mi padre se sorprende al saber que no he cambiado en este aspecto, preguntándome, ingenuo él y ofensivo para mis oídos, que cuándo voy a parar. Como bien he dicho, es mi entretenimiento "sano". Me gustan más que a un tonto un chupa-chups. Y como los padres siempre quieren lo mejor para una hija, saben que mi único gasto , a parte de la ropa ,que para mi cuenta como un bien de primera necesidad, es la papelería.

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