29 de abril de 2011

resaca de boda (real)

Y todas las dudas desaparecieron en  el momento en que el reloj de la abadía de Westminster marcaba las 11 de la mañana. Kate Middleton, reciente Duquesa de Cambridge, hacía acto de presencia ante millones de espectadores del mundo entero, quienes querían descubrir el secreto mejor guardado de toda novia: el vestido nupcial. En esta caso muchos fueron los suspiros de alivio al contemplar que la futura reina consorte de Inglaterra no quiso caer en estridencias como tiempo atrás hiciera su antecesora, la Princesa Diana.

Ni volantes, ni pomposidades en un traje diseñado por la británica Sarah Burton, diseñadora de la firma Alexander McQueen, con corpiño de escote corazón bajo chaqueta de encaje en manga larga y falda con vuelo. Sin perder la sonrisa en ningún momento, Catherine Middleton rememoraba la imagen que, en su momento, luciera Grace Kelly el día de su boda con Rainiero de Monaco, siendo un vestido que queda para el recuerdo como inspiración para muchas indecisas novias. Al igual que ellas, Marie-Chantal Miller, hoy en día denominada como uno de los personajes más elegantes de la realeza, también elegiría un estilo similar, esta vez obra del diseñador italiano Valentino. 

1956- Grace Kelly con vestido de Helen Rose para MGM
1995- Marie-Chantal Miller con vestido de Valentino
2011- Catherine (Kate) Middleton con vestido de Sarah Burton para Alexander McQueen

Para muchos, esta boda ha dejado muy buen sabor de boca donde la complicidad y naturalidad fueron las notas predominantes en la ceremonia y en los sucesivos actos que se celebraron. A pesar de las críticas a la mayoría de las invitadas (que no voy a mencionar puesto que bastantes páginas se llenarán en las revistas del corazón la próxima semana), hubo, en su mayoría, comentarios positivos para el enlace donde la persona más presente no se encontraba entre los invitados: Lady Di.

Más de una vez ha quedado plasmada en este blog mi afición por buscar semejanzas en temas vinculados a la vestimenta y, como no podía ser de otra forma, en la Boda del Siglo también he encontrado alguno. En esta ocasión ha sido Miriam González, esposa del viceprimer ministro británico Nick Clegg, quien lució el mismo tocado  de Conchita que, meses antes, llevaría Rosario Domecq a la boda de Laura Vecino y Rafael Nadal, actuales duques de Feria.

Miriam González y Rosario Domecq

27 de abril de 2011

El discurso de ....Ana María Matute, Premio Cervantes 2011

Majestades, Autoridades:
Sospecho que no soy la primera en decir que nunca, durante la larga travesía de mi vida (salpicada, por cierto, de abundantes tempestades), imaginé que llegara a conocer un día como éste. Y, junto a la inmensa alegría que me invade, debo confesarles que preferiría escribir tres novelas seguidas y veinticinco cuentos, sin respiro, a tener que pronunciar un discurso, por modesto que éste sea. Y no es que menosprecie los discursos: sólo los temo. Mi incapacidad para ellos quedará manifiesta enseguida, y, por tanto, me permito apelar a su benevolencia. Pero antes deseo hacerles partícipes de mi agradecimiento: este premio lo considero como el reconocimiento, ya que no a un mérito, al menos a la voluntad y amor que me han llevado a entregar toda mi vida a esta dedicación.
Así que esta anciana que no sabe escribir discursos sólo desea hacerles partícipes de su emoción, de su alegría y de su felicidad- ¿por qué tenemos tanto miedo de esa palabra?- a todos cuantos han hecho posible este sueño, sueño que me acompaña desde la infancia. Desde aquel día en que oí por vez primera la mágica frase: “Érase una vez…” y conmovió toda mi pequeña vida.
Érase una vez un hombre bueno, solitario, triste y soñador: creía en el honor y la valentía, e inventaba la vida. San Juan dijo: “el que no ama está muerto” y yo me atrevo a decir: “el que no inventa, no vive”. Y llega a mi memoria algo que contó hace años Isabel Blancafort, hija del compositor catalán Jordi Blancafort. Una de ellas, cuando eran niñas, le confesó a su hermanita: “La música de papá, no te la creas: se la inventa”. Con alivio he comprobado que toda la música del mundo, la audible y la interna- esa que llevamos dentro, como un secreto- nos la inventamos. Igual que aquel soñador convertía en gigantes las aspas de un molino, igual que convertía en la delicada Dulcinea a un cerril Aldonza. Inventó sensibilidad, inteligencia y acaso bondad- el don más raro de este mundo-en una criatura carente de todos esos atributos. (¿Y quién no ha convertido alguna vez a un Aldonzo o Aldonza de mucho cuidado en Dulcineo o Dulcinea…?)
El tiempo en el que yo inventaba era un tiempo muy niño y muy frágil, en el que yo me sentía distinta: era tartamuda, más por miedo que por un defecto físico. La prueba de ello es que esa tartamudez, desapareció durante los bombardeos. O así lo creo. Pero el caso es que, salvo excepciones, las niñas de aquel tiempo, mujeres recortadas, poco o nada tenían que ver conmigo. Y traigo esto a cuento para explicar - y quizá explicarme de algún modo - mi extrañeza, mi entrega total, absoluta, a esto que luego supe se llamaba Literatura. Y que ha sido, y es, el faro salvador de muchas de mis tormentas.
Sí, este galardón que tanta felicidad y optimismo me causa - y no olvidemos que el optimismo y los planes de futuro, a los ochenta y cinco años, son cuestiones a meditar o poner en tela de juicio - puede ser el colofón a la entrega de toda una vida que, en mis tiempos mozos, consideré en su mayor parte una “vida de papel”. Y recuerdo. Recuerdo. Sólo tenía un amigo, mi muñeco Gorogó, que, naturalmente, más tarde incorporé a una de las novelas con las que me siento más identificada, Primera memoria. Aunque no haya escrito nunca una novela autobiográfica, estoy en sus páginas. Todo eran inventos, hasta que supe que en la Literatura-en grande-, como en la vida, se entra con dolor y lágrimas. Gorogó lo sabía, lo sabe y no me ha abandonado desde el día en que mi padre, teniendo yo cinco años, me lo trajo de Londres, donde lo llaman algo así como Golligow. Mi padre sabía que a mí no me gustaban las muñecas, ni los juegos de las niñas de aquel tiempo: mujeres recortadas, las llamé yo. Imitar a mamá y a las amigas de mamá era todo su futuro. Gorogó, como entonces, sigue conmigo ahora, lo llevo a todos mis viajes, y le sigo contando lo que no puedo contar a nadie. (Hoy también me espera en el hotel). Y sigo haciéndoles partícipe, por ejemplo, del miedo que siento por tener que pronunciar estas palabras y, sobre todo, ante quienes debo hacerlo. Gorogó, estás aquí – mi mejor invento -, estás a mi lado, viejo amigo, en este día inolvidable, con tu ojo derecho ya nublado, como el mío, aunque ya no luzcas aquellos cabellos negros, hirsutos, de limpiachimeneas dickensiano, aunque falten los botones de su frac azul…¡Cómo nos parecemos, Gorogó! ¿Te acuerdas de aquel día, que hoy me devuelves con toda la añoranza y el encanto – desencanto que compone una vida tan larga…? ¿Y recuerdas la timidez, el asombro y la audacia de mis casi veinte años, cuando por primera vez me asomé al mundo editorial, del que lo ignoraba todo?
La osadía que impulsa a los adolescentes y a los ignorantes y a los fabricantes de inventos y de sueños - ¿acaso no son, a veces, una misma cosa? -, todo eso me empujó a llevar mi primera novela – escrita años antes, a los diecisiete – a probar fortuna en una de las más prestigiosas editoriales. Pero mi mayor osadía era no sólo llevar una novela casi adolescente a una importante editorial, sino que, encima, la llevaba escrita a mano, en un cuaderno escolar, cuadriculado, con las tapas de hule negro. (Si alguien de mi edad me está escuchando, sabrá de qué tipo de libreta hablo. Eran las libretas de la posguerra). Yo iba a Destino cada día, con mi libretita bajo el brazo, diecinueve años y calcetines – que entonces estaban de moda a esa edad – y mi aspecto aún más aniñado del normal. Un empleado que se había fijado en mí (debía de resultar patética) se conmovió con mis pretensiones y mi libreta y me consiguió una entrevista con el director. Se trataba del novelista Ignacio Agustí, que acababa de tener un enorme éxito con su novela  Mariona Rebull. Cuando vio mi cuadernito lleno de letras e “inventos”, tuvo la delicadeza de no manifestar ni burla ni extrañeza. Debo agradecérselo, era un verdadero señor. Con infinita paciencia, me explicó que debía pasarlo a máquina y que ellos la leerían, y que ya me dirían algo. Aún hoy me sonrojo recordándolo. Era la criatura más ignorante y despistada de cuanto el mundo editorial se refería. Nadie de mi entorno,  ni familiares, ni amistades, conocidos o saludados (como diría Josep Pla) había tenido que ver con el libro. Eso sí, con la sorpresa de mi estupefacto padre, a quien yo no había anticipado nada de aquellos afanes, y que fue requerido para dar validez a mi contrato con su firma, pues yo era menor de edad. Animada por el éxito de aquellos primeros pasos, y enterada de la existencia del Premio Nadal – que había ganado otra mujer joven, Carmen Laforet, aunque ella era algo mayor que yo -, envié mi segunda novela, escrita a los diecinueve, con la esperanza de obtenerlo yo también. No fue así, pero tengo aún la satisfacción y acaso orgullo de constatar que quedó en tercer lugar, cuando se llevó el premio el gran Miguel Delibes.
La novela citada, llamada Los Abel, y escrita, que no publicada, a los diecinueve años, suplantó en el contrato a  Pequeño teatro (que, once años más tarde, obtuvo el Premio Planeta). Y eso fue mi verdadero bautizo de entrada en el mundo editorial. Empecé a conocer a escritores u todo tipo de gentes de “invenciones”, puesto que me aparté totalmente del que había sido hasta aquel momento mi entorno natural. Conocí y viví un clima distinto, muy distinto del que había sido el mío habitual hasta aquel momento, y que, paradójicamente, resultaba mucho más afín a mi naturaleza. Y continué inventando invenciones, y viene a mi memoria un día en que inventé el “arzadú”…Brotaba esporádica, espontáneamente, cuando buscaba el nombre de una flor. Si existía, vivía sólo en la memoria de su delicadeza, su color, su perfume, aunque no constara en ningún libro ni catálogo de botánica. Y, así, llegó un día en que estudiosos y minuciosos profesores y escolares americanos se interesaron por el arzadú, y me brearon a preguntar: no lo encontraban por ninguna parte. Y yo, cobarde, me presté a seguir inventando el arzadú. Tuve que continuar inventándolo durante años, incluso me vi obligada a dibujarla en las pizarras, y variaba su color, de rojo al blanco, según me pareciera pertinente…Desde aquí les pido perdón a aquellas gentes de buena voluntad. Tómenlo como lo que era: una invención más. La había introducido no sólo en algunos de mis cuentos, sino también en alguna novela; y, al fin, yo me lo creía, y me lo creo: el arzadú brota cada primavera, o cada otoño, en las vastas y ahora ya remotas colinas de los sueños.  De los sueños que convierten Aldonzas en Dulcineas, y quién sabe cuántas flores más. Tantas como soñadores, o poetas existan. Y cuando por fin vi publicado por vez primera mi primer libro, Los Abel, dormí toda la noche con el ejemplar bajo la almohada. Y el gran honor con el que hoy se me ha distinguido reúne para mí tanto una trayectoria literaria como vital: no puedo separar la una de la otra. Desde aquel primer cuento inventado a los cinco años hasta este último libro, que los recoge casi todos, compruebo con satisfacción que por fin el cuento ha ingresado entre los géneros respetados de nuestra literatura. Aun cuando contemos con entre sus cultivadores desde el inmenso Cervantes, que honra con su nombre este premio, hasta los más recientes de nuestros escritores, jóvenes y no tan jóvenes, hasta hace poco aún se lo ha considerado literatura “menor”. Pero por fin en España se empieza a reconocer en el cuento, en el relato corto, el valor y la importancia que merece.
Sobre la famosa crueldad de los cuentos de hadas – que, por cierto, no fueron escritos para niños, sino que obedecen a una tradición oral, afortunadamente recogida por los hermanos Grimm, Perrault y Andersen, y en España, donde tanta falta hacía, por el gran Antonio Almodóvar, llamado “el tercer Grimm” -, me estremece pensar y saber que se mutilan, bajo pretextos inanes de corrección política más o menos oportunos, y que unas manos depredadoras, imaginando tal que ser niño significa ser idiota, convierten verdaderas joyas literarias en relatos no sólo mortalmente aburridos, sino, además, necios. ¿Y aún nos preguntamos por qué los niños leen poco? Yo recuerdo aquellos días en Sitges, hace años, cuando algunas tardes de otoño venía a mi casa un tropel de niños y, junto al fuego – como está mandado -, oían embelesados repetir por enésima vez las palabras mágicas: “Érase una vez…” Y habían dejado la televisión para escucharlas.
Yo no había cumplido los once años cuando estalló la guerra civil española. Unos niños acostumbrados a no salir de casa si no era acompañados por sus padres o la niñera nos vimos haciendo interminables colas para conseguir pan o patatas. No es raro, pues, que yo me permitiera, años más tarde, definir esa generación a la que pertenezco como la de “los niños asombrados”. Porque nadie nos  había consultado en qué lado debíamos situarnos. Nadie nos había informado de nada y nos encontramos formando parte de un lado o de otro, tal y como me confesó un día Jaime Salinas. Yo, ahora, sólo recuerdo que el mundo se había vuelto del revés, que por primera vez vi la muerte, cara a cara, en toda su devastadora magnitud; no condensada, como hasta aquel momento, en unas palabras – “el abuelito se ha ido y no volverá…” -,sino a través de la visión, en un descampado, de un hombre asesinado. Y conocimos el terror más indefenso: el de los bombardeos. Y aquellos cuentos, aquellas historias “impropias para niños”, añadieron en su ruta interna de niña asombrada un aprendizaje. Atroz. Mucho más atroz que los cuentos de hadas.
En lugar de cuentos aislados, empecé a escribir entonces una revista, de la que era editora, escritora y repartidora, una revista “a mano” que se pasaban unos a otros mis hermanos y mis primos, algún amigo…Había de todo: desde cuentos, por supuesto (que siempre acababan con un “continuará” del que yo aún no tenía clara noticia), hasta crítica de cine, con sus correspondientes fotografías recortadas de alguna revista. Y recuerdo ahora como, en medio de todo aquel horror, qué encanto, qué maravillosos invento de la vida era para mí aquella llamada revistilla…Y todo lo que yo ignoraba, que sería lo que continuaría mañana…
Entonces escribí mi primera novela. Se llamaba Juanito, y ocurría durante la Revolución Francesa. Pero pueden imaginar qué extraña Revolución Francesa relataba…Claro está: me la inventé. Pero algo tienen los inventos-sueños, porque, cuando durante la noche, toda la casa dormida, acudía al cuarto de los dos hermanos, José Antonio y José Luis y, ayudada por una linternilla de pilas, se la leía, protestaban cuando yo decía “continuará”. (Y eso quería decir hasta la noche siguiente). Entonces parecía llenarse de magia la habitación a oscuras de los niños. Niños asombrados – como cuando, en cierta ocasión, vi surgir, al partir un terrón de azúcar en la oscuridad, una chispita azul -, algo que me reveló que yo sería escritora, o que ya lo era.
Con ello sólo quiero decir que aquella lucecita azul, aquel virus, no me abandonó nunca. Cuando Alicia,  por fin, atravesó el cristal del espejo y se encontró no sólo con su mundo de maravillas, sino consigo misma, no tuvo necesidad de consultar ningún folleto explicativo. Se lo inventó, como la música de papá.
 Ahora, tras estas deshilvanadas palabras, ojalá haya logrado transmitirles algo de mi alegría, mi gratitud por la distinción que aquí me trae. Y me permito hacerles un ruego: si en algún momento tropiezan con una historia, o con alguna de las criaturas que transmiten mis libros, por favor créanselas. Créanselas porque me las he inventado.
Muchas gracias

21 de abril de 2011

Olivia P a l e r m o

Socialité newyorkina que saltaría a la fama después de ser captada por los fotógrafos más importantes del street style.

Después de ello llegaría su trabajo en el reality de la MTV, The Hills, donde se interpretaba a si misma dentro del mundo de las revistas de moda. Haciendo gala de una facilidad para la interpretación creando un papel odiado por todos.

Con 24 años, Olivia nació en una familia de padre financiero y de madre una importante interiorista. Junto a su novio, el modelo Johannes Huebl, forman una de las parejas más atractivas protagonizando  diferentes campañas publicitarias como Mango.

El caso es que a Olivia se le podría tratar como la Reina Midas, puesto que todo lo que se pone lo convierte en oro, o más bien en tendencia. Entre sus virtudes estilísticas está la de mezclar prendas de tiendas low-cost con las de grandes marcas.


Es una asidua a todo tipo de eventos y siempre sabe qué y cómo vestir

DVF Arita dress, Charlotte Olympia Minerva shoes, Hermes Jige clutch;DVF Belle skirt, Frank Tell jacket. Charlotte Olympia Eve shoes; Zara vest, Douglas Hannat dress, YSL shoes, Hermes Jige clutch;Armani Exchange jacket, Daryl K pants, Stubbs&Woottom slippers


 Alexander McQueen, Giambattista Valli, Calvin Klein


Las faldas las suele combinar con blusas blancas


Hemos podido ver a Olivia combinar prendas de piel como pantalones, faldas, vestidos o shorts

Member Only Liquid leggings,Cos dress, skirt¿?,Tibi short

No le da miedo arriegar con vestidos de estampados en colores vivos

Tibi; Stella McCartney; Matthew Williamson; Bensoni; DVF

Vestidos más ceñidos en colores empolvados combinados, en ocasiones, con blazers

Zac Posen dress, David Meister, Zac Posen, ¿?

Debido a su figura esbelta Olivia puede permitirse vestidos voluminosos para la noche

Marchesa, Marchesa, Prabal Gurung, Mulberry

Los volantes son otros de los detalles a los que no se resiste

¿?, Valentino jacket, Valentino dress, Rebeca Taylor dress

En cuestión de complementos, Olivia ha creado una moda alrededor de su cuello, y eso tiene nombre de collar babero (bib necklace). Incluso ha participado con la marca Roberta Freymann diseñando algunos de los modelos.

Roberta Freymann



Y es que si por algo se caracteriza Olivia es por sus joyas XXL que nunca le faltan.

Leila Kashanipour, ASOS 

House of Lavande 1960´s, ¿?, ¿?

Y para los días soleados, nunca le faltan sus cat´s eyes sunglasses (gafas de ojo de gato) 

Tom Ford

Mis favoritos


 

19 de abril de 2011

Elogio de la lentitud

"La gente nace y se casa, vive y muere en medo de un tumulto tan frenético que uno pensaría que enloquecerán" William Shakespeare, 1907

Ser lento significa que uno controla los ritmos de su vida y decide qué celeridad conviene en un determinado contexto. Luchamos por el derecho a establecer nuestros propios tempos

"Afirmamos que la magnificiencia del mundo ha sido enriqueceida por una nueva belleza; la belleza de la velocidad" Manifiesto Futurista, 1909

"Para obtener un rápido alivio del estrés, prueba a ir más despacio" Lilly Tomlin, actriz y cómica estadounidense

"Somos lo que comemos" Ludwig Feuerbach, filósofo alemán del s. XIX

"La corriente de la vida, siempre de curso rápido, puede pasar por las ciudades con una fuerza más vigorosa, pero en ninguna parte lo hacce con tanta serenidad, o la mitad de  límpida, como en el ámbito rural" William Cowper, 1782

"Este arte de descansar la mente y la capacidad de alejar de ella todo cuidado y preocupación probablemente sea uno de los secretos de la energía de nuestros grandes hombres" Capitán J. A. Hadfield

"El tiempo es un gran sanador" Proverbio inglés, s.XIV

"La mayoría de los hombres busca el placer con tal apresuramiento, que pasa de largo por su lado" Soren Kierkegaard (1813-1855)

"¿No pueden comprender los trabajadores que, al trabajar en exceso, agotan sus fuerzas y las de su progenie que están extenuados y, mucho antes de que les llegue el momento, son incapaces de hacer nada; que, absorbidos y brutalizados por ese vicio, ya no son hombres sino fragmentos de hombres que matan todas las bellas facultades de su interior para no dejar viva y floreciente más que la furiosa locura del trabajo?" Paul Lafargue, El derecho a la pereza (1883)

Lo mejor que puede hacerse es escuchar y, lo peor, apresurarse a actuar

"Ser capaces de llenar el ocio de una manera inteligente es el último producto de la civilización" Bertrand Russell

"La clase de educación más eficaz es que el niño juegue entre cosas bellas" Platón (427-347 a. de C.)

Ser lento es una parte esencial del buen pensamiento

"Toda la pugna de la vida es, hasta cierto punto, una pugna por la lentitud o la rapidez con que realizamos cada cosa" Sten Nadolny, autor de El descubrimiento de la lentitud (1996)

Resistirse al impulso de ir más rápido es gratuito


12 de abril de 2011

Agradecimientos a Boüret

Vanessa Datorre y Noela Rivera son dos jóvenes diseñadoras creadoras de la marca coruñesa Boüret, cuyo nombre viene dado por la mezcla del apellido del diseñador  Paul Poiret y de su mujer, y musa, Denise Boulet.

Se trata de un taller ubicado en pleno centro de la ciudad gallega  donde los vestidos de fiesta están dirigidos a una mujer a la que le gusta diferenciarse, que aprecia la calidad y el diseño exclusivo, sin importar la edad.

-¿Cómo y cuándo nace la idea de Boüret?
Siempre soñamos en diseñar vestidos de fiesta. Nuestra propia experiencia a la hora de buscar y no encontrar lo que queríamos nos hizo ver  que había un nicho de mercado, por lo que decidimos lanzarnos.

-A la hora de crear una prenda ¿Cuál es vuestra inspiración?
Son muchas las fuentes de inspiración. Mezclamos la tendencias actuales con lo vintage, una película, un cuadro, un color, un vestido que nos gustaría llevar a nosotras, a partir de un tejido...no hay un criterio único.

-¿Hay 2 vestidos iguales?
La colección se divide en 3 tipos: piezas únicas imposibles de repetir, ediciones limitadas y en serie de la que, como mucho, se harán 10 unidades.

Creemos en la producción local, por eso todas nuestras prendas llevan la etiqueta "Made in Spain"

-A grandes rasgos, ¿cómo definiríais el estilo de vuestras colecciones?
 Femenina, elegante, romántica, ecléctica, atemporal, arquitectónica.

-¿Qué propone Boüret para la temporada primavera-verano 2011?
Nosotras no distinguimos estaciones, la colección no está marcada por tiempos ya que  nuestra idea es incrementarla con nuevos diseños cada mes.
Este año proponemos colores ácidos como mandarina, naranjas, fucsia, verdes y más sobrios como nude, marrones, rosas empolvados, caldero...

-¿Cuál creéis que es la situación de los nuevos diseñadores españoles en la actualidad?
Creemos que hay diseñadores con mucho talento pero quizás nos falta proyección y ayuda por parte de muchos factores que intervienen en el mundo de la moda: prensa, instituciones…además de una pasarela con más repercusión internacional. Aunque por nuestra parte, la de los diseñadores, también deberíamos quitarnos el complejo de que lo de afuera siempre es mejor. Un ejemplo claro se ha podido ver en la gala de los Goya donde más de la mitad de los invitados vestían de diseñadores extranjeros cuando sería el momento perfecto de lucir moda española.

-Tanto para vuestro taller como para las ilustraciones de Vanessa, tenéis blog y cuentas en redes sociales ¿Qué importancia creéis que  tiene hoy en día para un profesional tener contacto con estas herramientas?Internet es una ventana que facilita que nuestras creaciones se vean en todo el mundo, posibilitándonos el poder vender un vestido en cualquier continente.

-¿Tenéis nuevos proyectos de cara al futuro?
 Estamos empezando a hacer moda nupcial y de comunión a medida, diferenciándonos un poco de lo que ya hay en el mercado. Tenemos muchos proyectos pero de momento son sólo eso, proyectos.
















11 de abril de 2011

FRASES DE CINE: Mensaje en una botella


MENSAJE EN UNA BOTELLA (Message in a bottle)

Director: Luis Mandoki
Género: Drama-Romance
Año de estreno: 1999
Reparto: Kevin Costner, Robin Wright y Paul Newman.

-Catherine: A todos los barcos de la mar y a todos los puertos de tierra. A mi familia, a todos mis amigos y desconocidos. Esto es un mensaje y una plegaria.

El mensaje es que mis viajes me han enseñado una gran verdad. Yo ya tenía lo que todos buscan y pocos  llegan a encontrar. Alguien que nació para amar eternamente, una persona como yo, de los Outer Banks y el misterioso Atlántico azul. Una persona rica en los tesoros sencillos, humilde, autodidacta. Un puerto donde siempre me sentiré en casa y ningún viento, ni ningún problema, ni siquiera una pequeña voz podrá derribar esta casa.
La plegaria es que todas las personas del mundo puedan conocer esta clase de amor, y sanar con él. Si mi plegaria recibe respuesta quedarán borrados toda clase de culpabilidad y todo rencor, y la rabia llegará a su fin. Por favor Dios. Amén.

10 de abril de 2011

sin señales

Tras unas semanas sin actualizar el blog, con alguna excepción propia del aburrimiento coruñés en días que no se podía salir de casa, hoy os presento a la culpable de la falta de tiempo libre.

Clickando aquí descubrirás que esta pequeña "obra de arte" ha sido la causante de alegrías y prisas, de motivaciones y agobios en 3 meses que han pasado más rápido de lo que nos hubiera gustado. Debido a un "topo" que ha filtrado nuestra primera revista en Youkioske nos hemos planteado nuevos retos, por ahora indesvelables, una vez que el actual proyecto de fin de postgrado nos lo permita. A estas alturas es hora de volver al dinamismo de este blog para vaciar un poco el coco.

Hasta un nuevo post...muchos besos